cultura
Araucanía en 100 Palabras: Región de infinitas miradas
PorAraucanía Infinita
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Créditos imagen: Página de inicio: Chikawale / Banner: Geraldine Pirce

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La mejor forma de conocer un lugar es a través de su gente. Cuentacuentos de lo cotidiano, lo anecdótico y lo imaginario, capaces de expresar en palabras sencillas la historia intangible de una región. ¿Qué significa para una niña ver volar a un abejorro? ¿Qué imagen viene a tu mente si te hablan de cochayuyos? El retrato más puro de La Araucanía, quizás lo encuentres en menos de 100 palabras. 

Te invitamos a leer los cuentos ganadores de la cuarta edición del concurso Araucanía en 100 Palabras, una iniciativa de Fundación Plagio en colaboración con CMPC. Con escritores de todas las edades y de todos los extremos de esta Tierra Infinita:

 imagen La marcha de los cochayuyos

LA MARCHA DE LOS COCHAYUYOS - Primer Lugar

En la cocina, los niños se quejan del aroma espeso e intenso que invade la casa. La madre se limpia las manos en el delantal que hace años perdió los colores. «Les hace bien», responde, mientras abre las ventanas. A kilómetros, las aguas cubren con cortesía un manojo de cabellos tiesos y anaranjados que se depositan en la arena. Un hombre tira de ellos, para llevarlos junto a los demás peluquines, que amarrados emprenden el viaje sin regreso. En la plaza, una abuela cojea por los adoquines, con la sal en la cartera y el cilantro en el bolsillo.

Vanessa Torres Altamirano, 22 años
Temuco.

Ilustración: Chikawale

 imagen El juicio

EL JUICIO - Premio al Talento Infantil

En el colegio Rafael Pombo, en la asignatura de Lenguaje, practicamos un juicio oral. Ahí conocí el Juzgado de Familia de Loncoche. Representamos un cuento, donde estaban los tres cerditos y el Lobo Feroz. El Lobo tenía un hijo que era testigo. El señor Lobo terminó en la cárcel porque fue culpable de querer comerse a los cerditos, pero lo más increíble fue que los tres cerditos tuvieron que cuidar al hijo del Lobo.

Edison Avello Aburto, 10 años
Loncoche.

Ilustración: Gozepema

 imagen Conversación

CONVERSACIÓN - Mención Honrosa

La casa la construimos en un bosque cerca de Curacautín. No queríamos talar los viejos árboles, por lo que sin prisa buscamos un claro. Poco después de empezar las obras, nos aconsejaron derribar un roble que crecía demasiado cerca. «Por seguridad», dijeron. «Por el viento», dijeron. Con pesar, escuchamos el consejo. Con su madera hicimos las vigas. En las noches de viento, el bosque cruje y las vigas también crujen. Nos dicen que el sonido es el de la madera secándose, pero nosotros sabemos que el bosque habla y el árbol, en su nueva forma, le responde.

Felipe Foncea Maturana, 42 años
Curacautín.

Ilustración: Geraldine Pirce

 imagen El nacimiento del Toltén

EL NACIMIENTO DEL TOLTÉN - Mención Honrosa

En la rivera del Toltén, entre los dos puentes de Villarrica, aullaba la voz soberbia del puente nuevo, increpando al viejo por inútil y riéndose de su decrépita marchitez. «Contemplad mi diseño, mi porte y mi flamante arquitectura», gritaba engreído. El otro lo observó durante un largo momento, preparando su respuesta con la calma de setenta años. Mientras pensaba, retumbaron en su memoria estallidos de metralla y gritos de mártires arrojados al río desde sus otrora lozanos parapetos. Entonces, en su sabiduría, el anciano calló, llorando lágrimas que también se ahogaron en el nacimiento del Toltén.

Ricardo Sepúlveda Dillems, 47 años
Villarrica.

Ilustración: Werner Ruymann.

 imagen Reina de la olla

REINA DE LA OLLA - Premio al Talento Joven

La comida de mi abuela era la comida más rica que había probado nunca. Vivía en el campo y tenía varias gallinas, pollos y pavos. El pavo, bien gordito y grande, siempre andaba con la pluma pará y se sentía el rey del gallinero. Me senté a la mesa y mi abuela me sirvió un plato de cazuela, olía rico. «Ese pavo desgraciao», dijo mi abuela. «Salió bien chúcaro», le dije, mirándola a la cara. El pavo era el rey del gallinero, pero mi abuela era la reina de la olla.

María Alarcón Epulef, 17 años
Cunco.

Ilustración: Chikawale

 imagen Sireno

SIRENO - Premio al Talento Mayor

Se inscribió como voluntario para un estudio bromatológico de la Facultad de Medicina de la UFRO, con una dieta por treinta días a base de pescado. A la semana, sufrió irritación dérmica generalizada, mejorando al aparecer escamas. Superó mareos y ahogos, sumergiendo la cabeza en agua el mayor tiempo posible. Se sintió acosado por los gatos del vecindario. Ya con decidida identidad pisciforme se lanzó al Cautín: «Voy al encuentro de mi náyade», gritó. Le han visto retozar con su ninfa en bancos de arena. Como miembro de una iglesia cristiana, su lápida la encabeza el primitivo símbolo del pez.

Carlos Grandón Castro, 72 años
Victoria.

Ilustración: @nina_pudu

 imagen Pütrokiñ

PÜTROKIÑ - Premio al mejor relato en Mapudungún

Kiñe rupa, rangiantü, chi ruka mew kony, kiñe pütrokiñ, ñi ñuke ñeküftukuwy, ñi chaw ñeküftukuwy, inche, inche adkintufiñ, inche, inche adkintufiñ. ¡Akuy pütrokiñ! akuy may ta kiñe werken, akuy may. ¿Chuchi kürüf küpaleimeu? waiwen kürüf küpaleneu, ¡alkütunge pütrokiñ anay!, tüfachi Llaima mapu mew, petu müleiñ pukem mew. ¡Akuy pütrokiñ! akuy may ta kiñe werken, ¡akuy pütrokiñ!, akuy may ta kiñe werken, akuy may. ¡Akuy pütrokiñ! ¡akuy pütrokiñ! küpalkey pewü ñi piwke, küpalkey pewü ñi piwke. Kiñe rupa, rangiantü, chi ruka mew kony, kiñe pütrokiñ.

Una vez, al mediodía, en la casa entró un abejorro. Mi madre quedó en silencio, mi padre quedó en silencio. Yo, yo lo contemplé, yo, yo lo contemplé. ¡Llegó el abejorro! Sí, llegó un mensajero, ya llegó. ¿Cuál viento te trajo? El viento sin rumbo me ha traído ¡Escucha, abejorro!, en esta tierra del Llaima aún estamos en invierno. ¡Llegó el abejorro! Sí, llegó un mensajero, ¡llegó el abejorro! Sí, llegó un mensajero, ya llegó. ¡Llegó el abejorro! ¡llegó el abejorro! Trae la primavera a mi corazón, trae la primavera a mi corazón. Una vez, al mediodía, en la casa entró un abejorro.

Pamela Canales Carrillo, 38 años
Melipeuco.

Ilustración: Loredanne

 imagen Letras

LETRAS - Mención Honrosa

Confieso que hoy me pesa el español. Me pesan sus comas, sus puntos, sus comillas y sus letras. Me cansa hablar este idioma. Me agota la o con su redondez, la c con su curva y más aún la b con sus protuberancias exageradas, al menos la i pesa menos y guarda una elegancia con ese sombrerito sonriente. Descanso en la ü que me mira tiernamente, en la ng que le hace cosquillitas a mi paladar y en la tx que hace exhalar un susurro suave. Letras verdes que nacen en la montaña y caen sutilmente en la cascada poderosa.

Alicia Collinao Lienlaf, 38 años
Temuco.

Ilustración: Javier Alejandro Neira

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