Lago Budi, sombrío, pesada piedra oscura,
agua entre grandes bosques insepulta,
allí te abrías como puerta subterránea
cerca del solitario mar del fin del mundo.
A 100 kilómetros de Temuco, hacia la costa de Puerto Saavedra, se extiende por más de 15 kilómetros el majestuoso Lago Budi, único lago salado de Chile y uno de los pocos en América. Con grandes extensiones de humedales, islas y penínsulas repartidas sobre un suelo arenoso y salino, el Budi se yergue como una de las mayores Reservas Naturales de la región de La Araucanía.
El Budi y su gente
En el extremo sureste del lago, se encuentra el único poblado situado en su extensa rivera: Puerto Domínguez. Fundada a inicios del siglo pasado por inmigrantes españoles, esta pequeña comunidad ostenta hoy la particularidad de ser la única caleta pesquera de tipo lacustre en Chile; y es precisamente la pesca, su principal actividad económica y sustento.
No obstante, al tratarse de un territorio dominado por el clima pluvial, también es posible observar un expedito desarrollo de la agricultura, con fincas dedicadas a la plantación de papas, arvejas, trigo, cebada, porotos, maíz, entre otros.
Valor ancestral
Este territorio ha sido el hábitat inmemorial de la población mapuche-lafkenche, considerada entre las más antiguas y puras que aún existen. Para quienes deseen viajar a la zona, esta comunidad ofrece actualmente una variada gama de actividades vinculadas al estilo de vida y cultura ancestral mapuche; como por ejemplo el alojamiento en rucas, clases de telar y paseos en wampo.
Los wampos son vestigios materiales de esta centenaria cultura que aún se encuentran presentes y en fabricación. Se trata de troncos socavados (en la antigüedad con fuego y conchas de marisco) que sirven como pequeñas embarcaciones para el traslado, caza y pesca en el lago. La tala de los árboles destinados a convertirse en wampos, está determinada por las voces de los espíritus, que le indican a las personas cuáles troncos son los apropiados.
Historia reciente
El 22 de mayo de 1960, el lago Budi perdió su conexión natural con el océano Pacífico, a raíz del gran terremoto de 9.5 grados en la escala Richter que afectó a toda la zona centro-sur de nuestro país. Actualmente, la llamada Boca Budi, en el extremo noroeste del lago, permite que éste desagüe en el océano y reciba agua salada en los períodos de alta marea.
Riqueza natural
Uno de los factores que más contribuyen a la riqueza natural del Budi, es la diversidad de sus ambientes acuáticos. Los cambios periódicos que experimenta el nivel de las aguas y el nivel de su salinidad, confluyen para crear hábitats muy distintos en el extenso perímetro del lago. Estas condiciones ecológicas explican a su vez la abundancia y variedad que presentan su flora y fauna acuáticas.
En las aguas del Budi y sus humedales aledaños, es posible observar un gran número de insectos, pequeños peces, larvas de anfibios, caracoles y muchos otros animales diminutos, que sirven de alimento a ranas y peces de mayor tamaño. Además, este lago sirve de hogar para aproximadamente 130 especies de aves, entre las que destacan el cisne de cuello negro, la garza blanca, la tagüita o pollolla, el martín pescador, entre muchos más.
Turismo en Isla Llepo
Respondiendo al interés que despierta la gran diversidad de avifauna, además de la fuerte presencia mapuche en el sector, los habitantes de la Isla Llepo (al interior del Lago Budi) han desarrollado un circuito turístico de cinco horas que permite recorrer el lago, avistar aves con binoculares, visitar la Isla Ruka Lame, el Museo de Utensilios Mapuche Piuke Leugu, un vivero de plantas nativas y una muestra de wampos.





