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Nancy Paillalef: El Fogón de la Papay desde dentro
PorAraucanía Infinita
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Dentro de la vida mapuche, uno de los elementos más sagrados en la ruca es el fogón. Gran presente en la vida cotidiana y doméstica, siempre encendido, se usa para cocinar, iluminar y, también, abrigar el lugar.

La madre de Nancy Paillalef comenzó su fogón como un lugar de encuentro para la comunidad, que con el tiempos se convirtió en una parada para los turistas que quisieran conocer y degustar preparaciones propias del pueblo mapuche.

Hoy en día, Nancy continúa atendiendo en este lugar sagrado cocinando las delicias gastronómicas más clásicas de la zona como tortilla al rescoldo, catuto, muday, locro o pantrucas.

 

¿Cuál es la historia de este fogón?

Es una historia bastante larga. Partió por una necesidad física para realizar nuestras actividades culturales que tenemos acá, que las partió haciendo mi madre hace 12 años, quizás más. Y partió así, por una necesidad de tener un techo donde atender a la gente que mi viejita traía, llegaban a visitarla, sobre todo en el We Tripantu, que es nuestro año nuevo. Después pasó a ser, de una u otra forma, turístico porque ella empezó con venta de tortilla, muday y catuto. Así se empezó a hacer conocido el Fogón de la Papay.

¿Y por qué lleva este nombre la Papay?

En honor a mi madre (La Papay era su apodo). Porque ella era una mujer con mucha sabiduría, una mujer que apoyaba siempre todas las actividades donde la necesitaban, ella lo hacía con todo el mundo, no hacía diferencias para ella.

¿Es cierto que su madre tenía cierto título también, relacionado con los Guillatún?

Sí, ella era ngillatufe. Era una de las mujeres que se paraba en el rehue para hacer rogativa y hasta que ella se fue, siguió haciendo eso. A pesar de que tenía su enfermedad y cuando era más viejita, pero andaba igual, para ella eso era lo más importante, no había enfermedad que la dejara en casa para cuando ella tenía que ir a servir a un territorio.

¿Cómo fue para usted el desafío de continuar con el fogón una vez que ella se fue?

Fue complejo, fue bastante difícil, de hecho quedó como dos años que lo dejé. Igual venía, pero no trabajaba. El año pasado decidí que iba a retomarlo y que lo iba a hacer con todo, porque es una forma de continuar con lo que ella dejó, su legado; que era lo que ella más quería, que nosotros continuáramos con esto, con la cultura.

Y también mostrar todo lo que ella hacía, yo cocino constantemente en el fogón porque ella lo hacía así y lo dejó así, a lo mejor de repente igual hay otras cosas más modernas que se necesitan para atender, pero tú siempre vas a encontrar aquí cosas básicas.

¿Cuál es el valor social del fogón para la comunidad acá?

Es bien importante porque el fogón está abierto a toda la comunidad en general: colegios, empresas, comunidades, agrupaciones, etc. Es un lugar abierto a todos quienes quieran hacer alguna actividad, nosotros lo único que solicitamos es que haya el respeto que se debe, porque para nosotros, emocionalmente, es un lugar muy importante. Y este terreno es un lugar sagrado.

¿A qué edad aprendió a cocinar todas estas preparaciones?

Yo aprendí a cocinar muy chica. Yo creo que a los diez años aprendí a hacer las comiditas básicas que hacía, verdurita, qué sé yo. Y después, con el pasar del tiempo, cuando ya construimos el fogón acá, me metí más con el tema de aprender a cocinar porque mi mamá quería que nosotros continuáramos con esto, no solamente por la ceremonia We Tripantu, sino que también un poco por mantener la forma de cómo ellos eran antes. También he retomado el hacer huerta y cultivar nuestras propias verduras, legumbres, así que eso también fui aprendiendo con ella.

¿Cuál es el valor que tiene o lo que distingue a la comida hecha en fogón?

El sabor va a ser siempre diferente. Uno, porque se trata de hacer todo en el fogón, es todo ahí, al juego libre como se dice. Y lo otro, es que siempre se le va a dar un toque de huerto, siempre va a tener ahí algo especial de la huerta.

Comer al lado de un fogón es algo que no lo vas a encontrar en cualquier lado, o a la orilla del río, que también tenemos ahí el espacio. Eso es lo que le gusta a la gente, que no solamente tiene un espacio afuera, sino que puedes estar adentro tranquilamente.

¿Por qué La Araucanía? ¿Por qué hay que venir a La Araucanía?

Porque tenemos muchas riquezas. De partida tenemos mucha riquezas cultural, tenemos todavía ríos limpios, tenemos mucha naturaleza y por sobre todo, porque La Araucanía entrega mucho cariño a la gente. Por lo menos en el caso mío, yo les converso mucho mientras cocino, porque a la gente le gusta venir a eso, porque es diferente estar cocinando ahí que hacerlo en una cocina a gas o en un horno eléctrico, entre tantas cosas modernas.

Tienen que venir a La Araucanía, hay muchos emprendimientos nuevos y que estamos esperándolos con la mejor de las energías, que se vengan a empapar un poquito de la naturaleza y de la cultura.

 

Si quieres conocer aún más del Fogón de la Papay, visita el perfil que le hicimos en nuestra sección de emprendedores.

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