La fotógrafa de La Araucanía tiene un basto trabajo visual y etnográfico en la región, retratando la identidad de las personas a través de sus fotos. Partió comprando su primera cámara en Iquique para nunca más soltarla, desarrollando a través de los años su estética fundada en los retratos, con vestigios claros en sus inicios análogos y el blanco y negro.
Sus trabajos mas reconocidos son Manos de La Araucanía, fotolibro que retrata a los artesanos de la región y Destino Nahuelbuta, exposición abierta al público hasta el 26 de marzo en el Parque de las Esculturas en Santiago. En ella, se pueden encontrar las historias de las personas de Nahuelbuta a través de una hermosa captura de sus rostros y oficios. Pudimos reunirnos con ella y conversar sobre las motivaciones de sus trabajos y las historias tan llenas de vida detrás de cada fotografía.
¿Cómo escoges los motivos que están en tus fotos?
Los motivos que escojo o me inspira para mis fotografías, se basan en el trabajo en terreno. Salgo con el objetivo retratar un amanecer y cuando voy hacia el amanecer veo una imágen de una casa o una señora dándole comida a los pollos o veo un señor caminando por la calle con un sombrero de paño, con un bastón. Esto me hace pensar que eso que veo estaba en mi niñez pero hace años que no lo veo. Entonces mi objetivo a fotografíar es uno pero en el camino, van apareciendo cosas e improviso. Pero siempre es el rostro humano, me gusta contar historias en los rostros, en las fotos por eso siempre, tiendo más al retrato que al paisaje.
¿En este trabajo en terreno hay localidades que escojas o rutas?
No lo elegí, trabajo con un amigo que se llama Cristian Cofré, él conoció bastante este lugar, yo soy de Temuco de toda la vida y teníamos que el concepto de Nahuelbuta era muy lejos. Está en el borde de Malleco, el parque sobre todo que tiene araucarias preciosas. Nosotros tendíamos a ir a la Araucanía Andina, al volcán Llaima o a Villarrica, Pucón, Caburgua. Entonces fue una sorpresa encontrarme con un lugar que no tiene nada que envidiarle a la Araucanía Andina, porque otra cordillera más antigua que la de los Andes, ésta todavía no nacía, estaba bajo el mar y la cordillera de Nahuelbuta ya existía o sea Tigre Grande, significa en mapudungun. Cuenta la leyenda, que en Nahuelbuta existía el tigre dientes de sable.
Yo no podía creer que habían araucarias milenarias a pocos kilómetros del mar, o sea tú puedes estar en la cima de la cordillera de Nahuelbuta, en la piedra del Águila y si te toca buen clima, sin camanchaca o neblina puedes ver el perfil del mar, y te giras un poco y ves todos los volcanes, un privilegio, mar y cordillera. Es un destino que trabajé con una emoción especial porque me sorprendió.
También me sorprendió la forma en la que vivía la gente, sabemos que la cultura mapuche está en todo Chile, pero ahí existe la cultura Nache, que se visten distinto, con muchos colores fuertes, muy alegres, el trarilonco es más ancho, la joyería, el lenguaje y la forma que habitan es distinto.
Tus trabajos son una cierta identidad de la zona con los rostros, las manos, las labores, es un poco como un estudio de la identidad de la zona ¿Qué te parece esa idea?
La identidad de la zona siempre la he buscado porque encuentro que La Araucanía dentro de Chile, tiene una identidad particular. Esta identidad propia multicultural, que habitamos un mismo espacio, distintas culturas porque hay colonos suizos, franceses, alemanes, español, italianos, con su gastronomía y cultura y que está a la vuelta de la esquina. Y está la cultura mapuche, con sus rucas, con sus vestimentas, con su idioma, con su música, con su respeto a la naturaleza. Entonces pienso que tiene identidad propia que la hace distinta a las otras que eso rescata el valor que tiene La Araucanía.
Respecto a la clásica paradoja del fotógrafo que no quiere ser fotografiado. Me gustaría saber como ¿Cómo vez La Araucanía en tí?
Nací ahí, yo siento que soy de La Araucanía podría decir que soy champurrá a lo mejor, no me he hecho un test de adn, puede que tenga sangre mapuche en mí. Han pasado 120 años desde que llegaron mis ancestros, me identifica más mi relación con la naturaleza, con la araucanía. Me siento de ahí porque reconozco el árbol que está ahí, reconozco el olor, el canto de un pájaro, desde un carpintero en la punta del cerro, hasta un pato correntino en un río, eso me identifica con el araucano. Porque nací ahí y por mi conexión con la naturaleza.
Manos de La Araucanía
¿Porqué fue el interés del libro las artesanías?
Este libro nació en el 2012 de un proyecto que hicimos con una cooperativa de mujeres mapuche artesanas, casi toda tejedoras, que hicieron una tienda en Temuco y estaba bajo el alero de Sercotec. Me contrataron para decorar el lugar con fotos y un video.
Entonces empecé a visitar a las señoras, y no era una visita tan solo por la foto, sino que llegaba temprano en la mañana, les conversaba como hacía el telar. Me contaban que se esquilaba la oveja, se escarmena, se tiñe, se urde y había todo un proceso de algo que no tenía la menor idea, porque las alfombras mapuche son super lindas pero no son a palillo, hay un proceso enorme super largo. Ellas me enseñaron a mi, como se hacía todo esto entonces empecé a volver no una sino dos veces, saque la foto y volví a la esquila, al teñido, al escarmenado, volví a todo el proceso porque me hice amiga de las señoras.
Se decoró este lugar de forma muy linda y quedaron contentísimas, todos quedamos super contentos. Como salió tan bien, surgió la idea de seguir con el proyecto con otras personas, que trate sobre las artesanías de La Araucanía que son únicas. Es realmente precioso, una manta de cacique o lonko no la hace cualquiera. La madera, la cestería, la greda y empecé a postular a ese proyecto apoyado de amigos, otro tipo de personas, financiamiento por aquí y por allá.
Pero la base es que me enamoré de la artesanía tradicional, algunas eran mapuche otras champurro otros winka, en el lado de Pucón más hippie, que aprendieron de los originarios pero la técnica la fueron perfeccionando con respecto a lo que pedía el consumidor. Porque la artesanía nace de una necesidad práctica, de la fuente para la fruta del cántaro para acarrear el agua o la manta para abrigarse. Pero ahora es ornamentar, poner el cantaro en un lugar bonito de tu casa y está hecho a mano y tiene denominación de origen, no viene de China.
Entonces hay todo un concepto de la artesanía hecha a mano, ahí surge este libro y recorrí toda La Araucanía con artesanías hechas a mano, en el lugar, hecho con materiales de ahí. Por ejemplo, tenemos la piedra cantera de Metrenco que es única, donde uno machaca el ajo, el cilantro y está hecha de una piedra que está solo ahí. La mayoría de los que lo trabajan son hombres, porque es un trabajo bastante duro, aprendieron de sus papás o abuelos y la piedra está ahí y siguen haciéndolo de generación en generación. Por ejemplo, en la costa que son lafkenche son más de fibra natural, trabajan el chupón. Hacen con esto una cestería que es preciosa, fina, bonita, unos canastos, platos que en algún momento sirvió para limpiar el trigo, lanzándolo hacia arriba y el pasto volaba con el viento. Ese instrumento ahora lo agruras y lo pones en la pared. Todo venía de una cosa práctica a ornamental.
Lo mismo con los tejidos, la greda es la que más me duele que se está perdiendo porque la greda se hace en el fogón de cenizas, en las brasas, no en la comodidad de los hornos que te dan cualquier cerámica. Las mujeres mapuche hacían cántaros en el fogón, al lado de las brasas, con las piernas bien curtidas por el fragor de la fragua. Salían unas maravillas, ese tipo de artesanía me da un poco de pena y se está perdiendo, porque la textilería la madera ha agarrado mucho vuelo y la greda está más débil.
Volvemos al origen de La Araucanía que eso se ha usado siempre, tiene un origen práctico y ahora es un valor, tiene una historia detrás de cada cántaro de cada cuchara de palo de cada cesto hay una historia que viene de mucho más atrás. De ahí surge la idea de hacer este libro este proyecto, por la duda de que en algún momento se pueda terminar y la gente termine comprando en un mall chino. Dejar el rescate en una foto, un video, en eso nos ayudó Liucura Chihuailaf. Él es mapuche y sabía mucho de eso porque se crió dentro de los artesanos. Ayudándome en el video y prólogo del libro, es realmente un sabio, un talento innato el poeta y entendía perfecto el lenguaje de la artesanía. Fue un honor para mí trabajar con él.
Liucura Chihuailaf dice que el libro es necesario ¿Por qué?
El libro es necesario porque ahí queda la constancia de que la artesanía, que es de La Araucanía, es la herencia que nos dejaron las culturas tanto mapuche o la mezcla de culturas, es importante conservar, es la memoria. Es un libro necesario porque es la memoria.
¿Cómo un rescate patrimonial?
Todavía no, el rescate es cuando vas a buscar algo y lo traes. Está tangente, está vivo. La greda está un poco tambaleante pero no en todas partes. Murió Dominga Neculmán Mariqueo, que era la gran maestra de Padre Las Casas, pero dejó su enseñanza a su discípula. Pero lo importante no es el rescate sino mantenerlo, dejar constancia.
¿Por qué hay que ir a La Araucanía?
Creo que La Araucanía hay que conocerla, es un destino que hay que valorarlo. Si me preguntas porque hay que conocer La Araucanía, yo diría porque no hay que conocerla. Es preciosa, genuina y única, tiene cosas que otros lugares no tienen, tiene una mezcla de cosas que otros lugares no y eso es lo que uno valora, que los turistas valoran, en tanto lo endémico, naturaleza, multicultural, gastronómico, el paisaje, los volcanes, los lagos, los ríos, el mar. La Araucanía encierra muchas cosas que pueden identificar el sur de Chile.